El sábado salimos prontito, a las 9:30, sobre el horario previsto. Seis jinetes y amazonas dispuestos a pasar dos días por el campo y oxigenarnos plenamente. Ese sábado nos recibió con niebla, que de momento me gusta: me resulta romántica, pero he de admitir que, cuando ganamos altura y salimos al sol dejando abajo la niebla, lo agradecí. El domingo… fue primaveral. En pleno diciembre. Un regalazo. Y así… por dar un vistazo a todos los ámbitos… el restaurante y el hotel estuvieron muy bien elegidos. Hey, todo cuenta.
Tema compañía también va bien rebién la cosa: Los cinco clientes de esta excursión nos conocemos de otras y ya somos amigos. No nos vemos regularmente. Somos de 3 regiones distintas los que acudimos a estas convocatorias de Campo Alegre. Es una de las alegrías que sacas de venir a esta actividad: los compañeros de andadura están horas juntos y, en los ratos que vamos al paso, compartimos trocitos de vida. Además hay otra relación importante que mencionar: los trotes es en donde personalmente más me siento “pareja” de la yegua que llevo. Y otra dimensión que comentar: En los galopes me prima la emoción. Además de la perspectiva de las emociones, me llena enormemente la superación (o “intento” de superación, en fin) de cuestiones técnicas. Actitudes, gestos, planteamientos y posturas que he de mejorar y repulir como amazona.
Y el mayor lujo: el guía. Siempre encuentra recorridos sorprendentes. Aventura sabiendo que él controla = la bomba. Esto, claro es el centro, lo esencial. Yo, aunque me haya guiado en muchas excursiones, no dejo de sorprenderme. En dos palabras: Volví nueva 🙂
By: Elvira