Nov 24 2017

Hoy va una entrada con el corazón. Hoy me voy a permitir el lujo de escribir como madre, no como responsable de medios de comunicación de Campo Alegre.

A veces, la vida nos lleva a situaciones en las que es difícil dejar a un lado lo que se es de verdad, lo que nunca cambiará pase lo que pase. Multitud de ocasiones donde hay que elegir actuar como otra persona distinta que no sea su madre. Siempre intento vivirlas como pruebas, formas de aprender, de crecer, de enseñar. En este mundo de los caballos, también nos ocurre alguna vez.

 

En la entrega de premios, aquí estaban todos juntos: Vocal de la federación y campeón de Aragón; maestro y pupilo; entrenador y discípulo; padre e hijo…Todos juntos en tan sólo dos personas.

 

Allí tuvimos una unión de mil sentimientos encontrados a la vez; ganas controladas de correr a abrazarlo, de aplaudir, de gritar, de saltar a su lado… a la vez que trataba de parecer hierática, insensible, desinteresada.

Pero en la entrega de premios, esa emoción contenida me desbordaba, se me escapaba de las manos, se me quebraba la voz, se me arrasaban los ojos… Tuve que hacer verdaderos esfuerzos por contener esa emoción tan fuerte que me invadía, tan fuerte que era difícil dejar a un lado esa unión biológica. En ese momento, era mi deber apartar, que no olvidar, que era sangre de mi sangre.

 

Nuestra disciplina, como cualquier otra, es dura, requiere esfuerzo y constancia. Y en ocasiones, mis hijos tienen “las de perder” ante muchas elecciones, donde se priorizan las preferencias de los demás (el cliente es el cliente). Pero todo ello no cae en saco roto. No es en balde.  Son aprendizajes, superación de pequeñas frustraciones, ilusión por mantener un objetivo.

Y va pasando el tiempo. Tiempo de espera, momentos de no poder elegir caballo seguro en favor de los demás, tiempo de espera ansiosa para que su entrenador (su padre) le permita hacer una buena marca….

Siempre intentando dar ejemplo de esfuerzo, de autocontrol, de serenidad, de constancia y perseverancia. Enseñándoles el valor de esforzarse por lo que quieren, y no  dejarles pensar q los triunfos llegan fácilmente.

Y así, cuando la victoria se hace esperar, y no se consigue con facilidad; si ha costado esfuerzo,  la victoria se escribe con mayúsculas. Es más victoria, y mayor trofeo.

El aprendizaje que hay por el camino es importante., pero…. ufff, qué bien sienta una recompensa!!! Ireneo, Campeón de Aragón 2017 en la disciplina de Raid, categoría 60 km.

 

Enhorabuena  Ireneo.  Y sí, esta vez digo abiertamente: SOY SU MADRE, y estoy orgullosa de él.

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